viernes, 27 de octubre de 2023

¿Qué hacían los mayas en los eclipses?

 

Cuando se producía un eclipse lunar, entre los mayas yucatecos del siglo XVII era común hacer ruido para ayudar al astro en su tránsito: provocaban que los perros lloraran y aullaran, o bien, las personas hacían ruido con objetos como latas, metales o maderas. 

En la cosmovisión de algunos pueblos mayas los orígenes de los eclipses tienen que ver con animales míticos salvajes y malos que quieren comerse a los astros del día y la noche. A estos animales se les denomina Xulab y lo curioso es que también así se le llama a Venus y no solo por los mayas yucatecos, sino también por los K’ekchis y Mopanes. 

Por su parte, los eclipses eran tomados por algunos pueblos mayas como presagios de cosas malas, claros ejemplos podrían ser la llegada de escarabajos, estos insectos eran considerados negativos pues nacen dentro del estiércol y se creía que podían comer los árboles y piedras, acabando así con todo el sustento, también se pensaba que las hormigas míticas Xibal atacaban al sol para comérselo.

Los mayas tzotziles concebían a los eclipses como enfermedad de los astros, utilizaban dos términos, el primero cha’k’ak’al, para el sol y cham’u para la luna, el término cham hace referencia a estar enfermo, adolecer o morir. Por otro lado, los Quichés se encerraban en sus casas y prohibían ver los eclipses, pues paralizan los ojos y provocan ceguera, también mirar la luna causaría enfermedades.

Durante los eclipses se emplean diferentes tipos de amuletos, que se creen que cuidan o protegen el cuerpo o la energía, algunas mujeres embarazadas se colocan un pañuelo rojo atado a la cintura, pues al ser un color caliente contrarresta el frío del eclipse, se usan metales en forma de cruz sobre el estómago, pueden ser clavos, llaves o incluso ganchos, todo esto con el fin de protegerse de las fuerzas dañinas. En cuanto a las creencias de los Mayas yucatecos y Chontales de Tabasco pensaban que si una mujer embarazada se rascaba durante el eclipse el bebé quedaría con un lunar o manchas en la piel, si es eclipse de luna se le denomina chi’ibal uj (mordedura de luna) y en el eclipse solar le llamaban chi’ibal k’in (mordedura del sol), la mancha sale en donde la madre se haya rascado y puede ser roja o negra.

Los eclipses también representaban la muerte de algún dios y en ocasiones se realizaban sacrificios rituales con animales o humanos, para aminorar las pérdidas y hacer que los astros recuperaran su esplendor original. Cabe mencionar que la elección de sacrificios con sangre no era algo al azar. Existía un simbolismo importante en este ritual, pues la sangre forma parte de la vida de los seres humanos, como explicó Guida, y los astros eran quienes daban vida a su vez a los humanos. Por lo que era algo justo y natural alimentar a los astros con la vida que ellos le entregaban a los mayas.

Durante la época precolombina, el sacrificio humano en la cultura maya era la ofrenda ritual de alimento a los dioses. La sangre se consideraba una potente fuente de alimento para las deidades mayas, y el sacrificio de un ser vivo era una poderosa ofrenda de sangre. Por extensión, el sacrificio de la vida humana era la máxima ofrenda de sangre a los dioses, y los rituales mayas más importantes culminaban en el sacrificio humano. En general, solo se sacrificaban prisioneros de guerra de alto estatus, y los cautivos de menor estatus se utilizaban como mano de obra.

El sacrificio humano fue parte importante de los rituales
y la ideología mayas. El ejemplo más frecuente en el arte y las inscripciones de esa cultura es el sacrificio ritual por decapitación, descrito como acto de "creación". El sacrificio de prisioneros recreaba el complejo de mitos que permitía el establecimiento de un orden cósmico y fue clave en la ideología de los señoríos mayas.



Hubo varios tipos de sacrificios humanos, uno de los más conocidos fue el de la extracción de corazón. Las extracciones de corazones y el sacrificio han sido vistos como una "expresión religiosa suprema entre los antiguos mayas". La extracción del corazón que aún late, o a veces la autoinmolación, se consideraba una gran ofrenda y comida para los dioses. Como cualquier ritual religioso moderno, se cree que la extracción tuvo varios pasos para la preparación y el debido respeto a los dioses. Comenzaba con una dispersión de sangre extraída de la boca, la nariz, las orejas, los dedos o el pene, generalmente con una herramienta afilada hecha de obsidiana. como la espina de una raya. Luego colocaban a la víctima sobre un altar de piedra o de madera. El acceso al corazón se lograba con una variedad de procedimientos y técnicas. La mayoría de estas técnicas se probaron mediante el examen de las lesiones post mortem en los huesos que rodean el corazón, como el esternón y las costillas. Los métodos incluyen esternotomía axial vertical, toracotomía transversal izquierda, esternotoracotomía transversa bilateral o acceso transdiafragmático. Las muescas, la segmentación y la fractura del esternón y las costillas defendían esto. Luego se continuaba con la extracción real del corazón cortando cualquier ligamento de unión con una herramienta bifacial. Finalmente, la ofrenda del corazón se llevaba a cabo ya sea con una posición especial o mediante la quema. En este momento, también se recolectaba sangre de la víctima. El ritual terminaba con la mutilación del cuerpo, generalmente mediante desmembramiento o quema. 

Durante el período Posclásico (c. 900 – 1524), la forma más común de sacrificio humano era la extracción de corazón, influenciada por el método utilizado por los aztecas en el Valle de México; esto generalmente tenía lugar en el patio de un templo, o en la cima del templo piramidal. El sacrificio se desnudaba y se pintaba de azul, que era el color que representaba el sacrificio, y se le hacía llevar un tocado de pico.

Cuatro asistentes pintados de azul que representaban a los cuatro Chaacs de los puntos cardinales extendían el sacrificio sobre una piedra convexa que empujaba hacia arriba el pecho de la víctima. Un funcionario al que se hace referencia como nacom en la Relación de las cosas de Yucatán de Landa usó un cuchillo de sacrificio hecho de pedernal para cortar las costillas justo debajo del pecho izquierdo de la víctima y extraer el corazón que aún latía. Luego, el nacom pasaba el corazón al sacerdote oficiante, o chilan, quien untaba sangre sobre la imagen de la deidad del templo.

Dependiendo del ritual exacto, a veces los cuatro Chaacs arrojaban el cadáver por los escalones de la pirámide hasta el patio de abajo, donde los sacerdotes asistentes lo desollaban, excepto las manos y los pies. Luego, el chilán se quitaba su atuendo ritual y se vestía con la piel de la víctima del sacrificio antes de realizar una danza ritual que simbolizaba el renacimiento de la vida. Si se trataba de un guerrero notablemente valiente el que había sido sacrificado, entonces el cadáver sería cortado en porciones y las partes serían devoradas por los guerreros asistentes y otros transeúntes. Las manos y los pies se entregaban al chilán que, si habían pertenecido a un cautivo de guerra, llevaba los huesos como trofeo. Las investigaciones arqueológicas indican que el sacrificio de corazones se practicaba ya en el período Clásico.

viernes, 20 de octubre de 2023

Cuchillo maya en la casa sangrante

 

Los cuchillos mayas han sido estudiados en profundidad en diferentes oportunidades, por diferentes institutos. Son una de las maravillas de las civilizaciones de Mesoamérica, sobre todo por el mineral del cual están hechos: obsidiana. Este es el material con el cual se pueden obtener los elementos más filosos posibles de crear por el hombre, más aún que los escalpelos quirúrgicos, debido al material volcánico del cuál están hechos. El ser altamente frágil y duro, ofrece a su filo unas características imposibles de igualar con metales. 

Es por esto que, conociendo los rituales que llevaban a cabo los mayas, entre ellos los sacrificios humanos, siempre se conjeturó que los cuchillos de obsidiana y sílex habían sido utilizados para estos sacrificios. Sin embargo, no se hallaron pruebas contundentes hasta hace pocos años. En el año 2012 los investigadores mexicanos hallaron una clara evidencia de células sanguíneas y fragmentos de tejidos humanos, incluso músculos, tendones y cabellos, en cuchillos de obsidiana con más de 2.000 años de antigüedad. El hallazgo corroboró claramente los relatos posteriores a la cultura maya que afirman el uso de afilados cuchillos de obsidiana para sacrificios humanos, dijo el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México. Otras evidencias físicas, como marcas en esqueletos humanos, habían dado anteriormente pruebas indirectas de esta práctica.


Estos cuchillos rituales, de doble filo y corta envergadura, contaban con mangos tallados, en los cuales se inscribían las figuras del dios para el cual se realizaba el sacrificio. Por los materiales con los cuales fueron confeccionados poseen una apariencia llamativa, con sus mangos verdes y cuchillas negras.


Es uno de estos peculiares cuchillos, altamente interesantes en el mundo académico, el cual acabó en manos de Luis Abraham Fersko. Este llegó por medio de un integrante de la misión arqueológica de España, quien le encargó un trabajo de fotografía para el interesante hallazgo. El cuchillo provenía de la ciudad maya de Oxkintok, una de las ciudades mayas más antiguas y con una de las ocupaciones más prolongadas de toda la zona de la provincia de Yucatán, México. Encontrado en las excavaciones realizadas en el grupo May por la misión arqueológica de España en México dentro del proyecto Oxkintok, durante las campañas de 1986 a 1991, poseía la particularidad de representar en su mango una deidad que poco coincidía con las ya conocidas mayas. Según documentos que hasta el momento permanecían ocultos, este cuchillo debía llegar para una exposición en el Museo Nacional de La Plata, Buenos Aires, Argentina. Así, las fotografías pedidas a Fersko, serían parte del registro del museo de aquella exposición. Sin embargo, el cuchillo jamás se expuso, y la existencia del mismo quedó eliminada. No existen pruebas de que el cuchillo haya vuelto a las investigaciones de Oxkintok, ni tampoco que haya permanecido en manos de Fresko. Poco se sabe de aquella persona que oficiara de contacto entre el museo y la misión arqueológica, así como no hay registros del cuchillo en ningún otro museo o instituto. Así, permanece en misterio la ubicación de este extraño cuchillo, del cual se perdió la pista de forma absoluta luego de los acontecimientos vividos por la familia Fersko el 15 de noviembre de 1986.

lunes, 9 de octubre de 2023

Las misteriosas esculturas Chac Mool

 

En su búsqueda por encontrar pruebas de que la cultura egipcia poseía su origen en las civilizaciones mesoamericanas,  el explorador Augustus Le Plongeon y su esposa, Alice Dixon, hicieron un interesante e intrigante hallazgo en el sureste de México en 1875.

El francoestadounidense y su mujer llevaban dos años en una expedición por la selva, donde se adentraron en las ruinas de la civilización maya. Realizaron mapas, tomaron una de las primeras series fotográficas de los templos y documentaron los murales que encontraron.

También desenterraron algunas esculturas y otros objetos de la antigua civilización.

Aunque no encontraron pruebas para sus teorías sobre el origen de los egipcios, uno de los hallazgos, en la ciudad de Chichen Itzá, estuvo entre los más llamativos: una efigie de un hombre semirrecostado. Le Plongeon la bautizó con el nombre de “chac mool”, que en maya significa “tigre rojo”.

Se trata, en la mayoría de los casos, de una figura humana reclinada hacia atrás. Esta tiene las piernas encogidas y la cabeza girada. Además, en su vientre descansa un recipiente circular o cuadrado.

Posteriormente, se han encontrado otras esculturas de este

tipo en diferentes lugares de Mesoamérica. Aunque, si bien son más abundantes en Tula, Hidalgo, y en Chichén Itzá, Yucatán, en la Ciudad de México se han hallado varias.


A pesar de ser una escultura notable, que ha sido encontrada en puntos relevantes de los palacios y pueblos prehispánicos, el chac mool nunca fue representado ni explicado en documentos históricos de las culturas tolteca, mexica, maya, purépecha u otras de las grandes de Mesoamérica.

Eso ha llevado a los arqueólogos a formular teorías sobre varios aspectos, según exponen los investigadores Alfredo López Austin y Leonardo López Luján en una amplia recopilación documental de los estudios de estas esculturas publicada en la década de 2000.


Sobre su origen, dicen los arqueólogos, se ha debatido si corresponden a las culturas del centro de México, de la región maya o del norte de Mesoamérica. También si nacieron en el periodo clásico, epiclásico o posclásico temprano.

Por su parte, ¿qué representan estas enigmáticas figuras?  Los expertos han discrepado sobre su función. Por un lado, cabe aclarar que siempre han sido encontradas en contextos sagrados. Esto quiere decir que están asociadas a pequeños altares. Un ejemplo es en el caso de Tula y Chichén Itzá. No se sabe, pero se especula que “Esta excéntrica figura era empleada como mesa de ofrendas, como recipiente de corazones o como piedra de sacrificios”, señalan los expertos. También se debate si la figura que representa es una víctima de sacrificio, un militar, un sacerdote, un personaje histórico, un “hombre-dios”, un mensajero divino o una deidad.

En lo que sí encuentran consenso los expertos es en que el chac mool es un personaje intermedio o un mensajero “entre el mundo de los hombres y el de los dioses”.

“Es una pieza que estaba destinada para colocar ofrendas”, explica el arqueólogo, por la López Austin y López Lujan exponen que las investigaciones del siglo pasado han sugerido que pudieron servir para colocar ofrendas y sacrificios. Pero es en la actualidad que la tecnología y ciencia disponibles podrían dar más certezas.

“Ha habido hipótesis que se repiten y se convierten en verdades, pero no hay datos científicos para poder hablar de las funciones. Y eso es lo que estamos investigando con un equipo de arqueólogos, restauradores, químicos, vulcanólogos, expertos en computación. Estamos avanzando”, señala Punzo Díaz.

Y si bien en la literatura científica ha quedado establecido el nombre de chac mool que arbitrariamente le dio el explorador Le Plongeon, el conocimiento actual puede darle

evidente ara o superficie plana (algunas con una forma de recipiente) que tienen estas también una nueva denominación. “Waxanuti”, que quiere decir “el que está sentado en un patio” en la lengua del pueblo purépecha que dominó Michoacán, es una alternativa para la pieza encontrada en Pátzcuaro figuras.

¿Qué hacían los mayas en los eclipses?

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